lunes, 2 de enero de 2012

una con artefactos



Las personas cometemos errores. A lo largo de la vida, un montonazo de errores recorren nuestro cuerpo, para todos lados, de arriba a abajo, de abajo a arriba, de esquina a esquina. Nos re-llenamos de errores, y después... pretendemos sentirnos vacíos. Y nos vamos haciendo agujeritos. Nos agujereamos todo el cuerpo. Cada error, un hoyo. Y así vamos creando un mueble perforado, que si rellenamos de agua se vacía enseguida. Un mueble pesado, al que los agujeros obligan a ir al fondo cuando cae en agua pura. Un mueble inútil, que no puede nadar entre la densidad . Un mueble que, prácticamente, no sirve para nada. Igual, no es otro de mis dramatismos. Obviamente, tenemos la posibilidad de subsanarlo. De subsanar todos esos  errores. El problema es que el mueble nunca queda intacto. Los agujeros no se pueden rellenar, sólo tapar. Podemos ir tapando los hoyitos, uno a uno, y luego tirarnos al mar y cruzar los dedos para ser capaces de flotar, y ser como esos muebles intactos, esos que no se equivocaron. O que salieron adelante remando .